La Navidad guarda muchas similitudes con las Saturnales, unas fiestas de origen pagano que celebraban los romanos en honor a Saturno, el dios de la agricultura y la cosecha entre el 17 y el 23 de diciembre, coincidiendo con el solsticio de invierno, el período más oscuro del año, cuando el Sol sale más tarde y se pone más pronto. Como durante las actuales festividades de Navidad, los romanos, visitaban a sus familiares y amigos, intercambiaban regalos y celebraban grandes banquetes públicos. Durante aquellas fiestas, que se prolongaban durante siete días, los esclavos gozaban de una gran permisividad pudiendo vestir las ropas de sus señores y ser atendidos por estos sin recibir castigo alguno.
Cada 25 de diciembre, los romanos celebraban asimismo el Natalis Solis Invicti, asociada con el nacimiento del dios Apolo y el solsticio de invierno al que los romanos llamaron bruma. Cuando Julio César introdujo su calendario en el año 45 a.C., el 25 de diciembre se ubicó entre los días 21 y 22 de diciembre de nuestro calendario Gregoriano. Finalmente, de esta festividad se tomó la idea de adoptar el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo.
![Las Saturnales, cuadro pintado por Antoine-Franc¸ois Callet en 1783.](https://historia.nationalgeographic.com.es/medio/2022/12/20/las-saturnales-cuadro-pintado-por-antoine-francois-callet-en-1783_28ff6195_221220115730_800x801.jpg)
Los antecedentes de la Navidad actual habría que situarlos entre los años 320-353 d.C., durante el mandato del papa Julio I, cuando finalmente se determinó celebrarla el 25 de diciembre, a pesar de la creencia de que Jesucristo nació durante la primavera, quizá con la intención de convertir a los paganos romanos en cristianos. Posteriormente, en el año 440 d.C., el papa León Magno estableció esta fecha para la conmemoración de la Natividad y en 529 el emperador Justiniano la declaró oficialmente festividad del Imperio.