Cómo lograr armonía y serenidad hoy


A lo largo de la vida podemos darnos cuenta de que para estar sano es importante cultivar la serenidad. ¿Pero cómo lograr esto? ¿Cómo no podemos ser afectados por lo que sucede a nuestro alrededor?

Primero, tenemos que darnos cuenta de que la serenidad es un estado que proviene de nuestro interior, de nuestro interior. De esta manera, nada fuera de nosotros debería ser un obstáculo para manifestar este estado. Podemos desarrollarlo cuando adquirimos neutralidad frente a los eventos y seguimos nuestro camino sin dispersión ni desorden. Quien logra esta actitud se convierte en una fortaleza y no se ve afectado por las circunstancias.

La serenidad no depende de factores externos; por lo tanto, es inútil buscarlo en personas, en situaciones o en entornos. Y, como ya dijimos, solo se puede encontrar dentro de nosotros. Por otro lado, el mundo es nuestro campo de trabajo para ejercerlo. La vida de hoy, que es tan problemática para la mayoría, es una prueba para evaluar el grado de serenidad que podemos lograr y, al mismo tiempo, un estímulo para fortalecerla.

Desarrollamos serenidad estableciendo un ritmo ordenado y armonioso en nuestra vida diaria.

La mayoría de las personas no se ocupan de esto espontáneamente y, para que puedan desarrollar el orden y la disciplina, la vida casi siempre les presenta un ritmo obligatorio, como: horarios estrictos que deben cumplirse, ciertos días de descanso. Pero aquellos que distribuyen voluntariamente actividades en horarios regulares, de manera flexible y con atención al orden, resultan en una vida diaria que facilita la serenidad.

Cuando entrenamos en la disciplina de una vida rítmica, dejamos de estar ansiosos por que las cosas comiencen o terminen de acuerdo con nuestras expectativas, casi siempre sin una base real. Por lo tanto, podemos canalizar la atención, el pensamiento y el sentimiento hacia el momento presente, y no hacia un futuro que imaginamos. Por lo tanto, la rutina diaria ya no nos molestará y, finalmente, podremos darnos cuenta de que la vida nunca termina: nuestra existencia, entonces, se libera de los límites del tiempo.

Viviendo el ritmo diario sabiamente, aprendemos a usar el tiempo correctamente. Esto nos permite, al comenzar una nueva tarea, sentirnos restaurados. E, incluso cuando necesitamos descansar, nuestro estado físico ya no será de desgaste, porque evitamos las dispersiones y permanecemos enteros, atentos a lo que estábamos haciendo. De esta manera, los períodos de renovación, como dormir y descansar, tienen efectos más amplios.

Logramos serenidad alineando nuestra conciencia humana externa con los niveles espirituales, los niveles del alma. Esto se puede lograr más fácilmente después de haber impreso un ritmo armonioso en la vida diaria.

Sería importante tomarse un momento durante el día para estar tranquilo. En ese momento, con el cerebro en reposo, observamos lo que sucede en la mente. Lo que hagamos a partir de ahí dependerá de nuestro temperamento y del tipo de pensamientos que surjan. Simplemente podemos verlos pasar o tratar de transformarlos. Con el tiempo, los pensamientos se calman y luego entramos en otra fase: observar la respiración, sin interferir, sin embargo, en su ritmo natural.

Este silencio debe llevarse a cabo sin preocuparse por los resultados. Podemos practicarlo durante años, aparentemente sin ningún resultado. Pero un día nos damos cuenta de que nuestra mente se ha vuelto más tranquila, más centrada y, por fin, estamos serenos.

Publicado
01/11/15

Diario El diario o Tempo


Begin typing your search term above and press enter to search. Press ESC to cancel.

Back To Top