“En el verano y el otoño de 1933, un ingeniero de explotación minera de Los Ángeles llamado George Warren Shufelt fue a examinar el área que contenía depósitos de petróleo, oro y otros materiales valiosos, usando un nuevo dispositivo que él había inventado. El aparato podía detectar recursos valiosos a grandes profundidades.
Shufelt se vio sorprendido por un hallazgo; esto ocurrió mientras realizaba lecturas cerca del centro de Los Ángeles, sus instrumentos le mostraron lo que parecía ser un patrón de túneles que iban desde biblioteca pública en el centro de L.A. a la cima del Monte Washington y el Museo del suroeste al norte de Pasadena.
Sin perder el valioso tiempo Shufelt procedió a dibujar un mapa y a registrar los datos. Lo que descubrió era un “laberinto subterráneo” bien planificado con grandes habitaciones. Algunos de los túneles atravesaban por debajo de la bahía de Santa Mónica, recorriendo aproximadamente 32 km.
Durante la posterior investigación, Shufelt logró entablar conversación con un nativo Hopi llamado Hojaverde y le contó lo ocurrido. Hojaverde le relató que esa ciudad pertenecía a una de las tres ciudades de “hombres lagarto” del Pacífico. Estos lagartos construyeron esa ciudad después de una gran catástrofe que ocurrió 5.000 años atrás por una gran lengua de fuego que los obligó a refugiarse bajo tierra (¿una tormenta solar? ¿una enorme explosión?).”